sábado, 21 de febrero de 2009








<<También yo soy un hombre mortal, igual que todos, hijo del primer hombre modelado en arcilla, en el vientre materno fue esculpida mi carne; tardé nueve meses en tomar consistencia en su sangre, gracias al semen de mi padre y del placer que acompaña al sueño. Al nacer, también yo respiré el aire común, y al caer en la tierra que todos pisan, estrené mi voz llorando, igual que todos; me criaron con mimo, entre pañales. Ningún rey empezó de otra manera; idéntica es la entrada de todos en la vida e igual es la salida. (Sab.7,1-6) Ustedes los que gobiernan la tierra; tengan rectos pensamientos sobre el Señor y búsquenlo con sencillez de corazón. Lo encuentran los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían (Sab.1,1-2) Se dijeron equivocadamente: La vida es corta y triste, y la muerte del hombre irremediable y no se sabe de nadie que haya regresado del Abismo. Por eso, a disfrutar de los bienes presentes, a gozar de las cosas con ansia juvenil; a llenarnos del mejor vino y de perfumes, que no se nos escape la flor primaveral. Atropellemos al justo que es pobre, no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del anciano; que sea nuestra fuerza la norma de la justicia, porque está visto que la debilidad no sirve para nada. Así discurren, y se engañan, porque les ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.(Sab.2,1-22) Aquel día el justo estará de pie sin temor delante de los que le hicieron sufrir y despreciaron sus trabajos. Al verlo, se estremecerán de sorpresa, dirán entre sí, arrepentidos, entre sollozos de angustia: Éste es aquel de quien un día nos reíamos con coplas injuriosas, nosotros, insensatos; su vida nos parecía una locura. ¿Cómo ahora lo cuentan entre los hijos de Dios y comparte la herencia de los santos? ¿De qué nos ha servido nuestro orgullo? ¿Qué hemos sacado presumiendo de ricos? Todo aquello pasó como una sombra, como nave que surca agitadas aguas, sin que quede rastro de su travesía ni estela de su quilla en las olas. Igual nosotros: nacimos y desaparecemos, no dejamos ni una señal de virtud, nos malgastamos en nuestra maldad. Los justos viven eternamente, reciben de Dios su recompensa, el Altísimo cuida de ellos. (Sab.5,1-15) Escuchen, reyes, y entiendan; aprendan, gobernantes de todo el mundo; pongan atención, ustedes los que dominan los pueblos y están orgullosos de esa multitud de súbditos; el poder les viene del Señor, y la autoridad, del Altísimo: el juzgará sus obras y examinará sus intenciones. A los más humildes se los compadece y perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor; porque el Dueño de todos no retrocede ante nadie, ni le intimida la grandeza: Él creó al pobre y al rico y se preocupa de todos por igual. (Sab.6, 1-11)

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