lunes, 4 de febrero de 2013

miércoles, 12 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

Feliz Navidad

sábado, 8 de diciembre de 2012



LO MEJOR DE MARIA: SU AMOR

EL EMPUJE DE SU AMOR: SU SENCILLEZ

LO MEJOR DE SU SENCILLEZ: SU ALMA


EL MOVIMIENTO DE SU ALMA: SU OBEDIENCIA

LO MEJOR DE SU OBEDIENCIA: SU “SI”

LO GRANDE DE SU SI: JESÚS

EL REGALO DE JESUS: DIOS

LA LOCURA DE DIOS: QUE ES NUESTRO PADRE

LO MEJOR DEL PADRE: QUE NOS DA LA SALVACION

EL FRUTO DE LA SALVACION: LA ETERNIDAD

LO MEJOR DE LA ETERNIDAD: VER A DIOS

¿VER A DIOS? ¡SI!

Y, CON MARIA, PRIMERO, EN BELEN

¿EN BELEN? ¡SI! PRONTO, CON MARIA:

CON LOS OJOS DE SU PUREZA

CON LAS MANOS DE SU DELICADEZA

CON LA FORTALEZA DE SU FE

CON LA HUMILDAD DE SU PERSONA

CON EL GEMIDO DE SUS ENTRAÑAS

¿VER A DIOS? ¡SI!

CON LA SONRISA DE UNA VIRGEN

QUE, POR SER INMACULADA,

ES AGUA Y ES ESPEJO DONDE SE REFLEJA

EL AMOR DE TODO UN DIOS QUE, REBAJÁNDOSE,

CAE DE LLENO A LA TIERRA.

AMEN

lunes, 27 de agosto de 2012

HERMANAS

Os invito a conocer el carisma entrañable de la sencillez en lo cotidiano, y como se transforma el mundo.

domingo, 12 de agosto de 2012

Da lo mismo creer en Dios, que no creer

Da lo mismo creer en Dios que no creer. Esta parece la actitud de muchas personas. Personas Que no han tenido la experiencia de Dios. Desde luego uno no cree por reglas matemáticas y veraces demostrativas de la existencia de Dios. Nuestra propia fe es un vivir en la certera incertidumbre, no tenemos ni pruebas, ni argumentos o razones científicas que demuestren su existencia; pero sé que existe, que está vivo, que me acompaña y que todo los que hago, pienso y vivo tiene sentido por Él. Porque su confianza habita en lo más hondo de mi ser. Creer en Dios es creer en la vida, intuir que el mundo tiene un sentido último, confiar en el Misterio que encierra la creación: un Dios que es amor.
Quienes no han tenido esta experiencia de Dios ciertamente no encontrará sentido, ni utilidad, ni la vida cambiará lo más mínimo. Incluso para los creyentes a veces también tenemos esa actitud, sin embargo Creer en Dios significa sentir y vivir este mundo no como algo cerrado y definitivo, sino que la vida va más allá de lo físico, lo trasciende. Creer en Dios es vivir la vida como un don, que no estamos solos, sino hay alguien, un Padre que nos ama y nos cuida. Creer en Dios es sentir con otra hondura mi propia dignidad. No soy sólo un conjunto de células llamadas a desaparecer sino que alguien me busca no desde un más allá, sino desde la profundidad e impenetrabilidad de lo que llamamos “corazón”, y me busca para mi bien. Creer en Dios significa reconocer esa misma dignidad de hijos de Dios, en los demás. Sentirlos como hermanos e hijos de un mismo Padre. Creer en Dios significa creer que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra.
Por todo ello no es lo mismo creer o no creer en Dios. Ante nosotros se plantea la elección o decisión de iluminar nuestra existencia y nuestra muerte desde la búsqueda de Dios que se nos revela, y se nos ha revelado en Cristo; o bien permaneces indiferente sin elegir nada, en todo caso ya has elegido no elegir nada. Y eso considero que tal vez sea la opción o la decisión más pobre y desacertada. Toda elección conlleva una responsabilidad y el ser consecuente con dicha opción. Quien rechaza a Dios y opta vivir e interpretar la vida desde sí mismo y ser centro de su vida hace que todo gire en torno a él. Quizá este sea el motivo de que el hombre viva desorientado, porque todo su sentido no se forja con miras a un proyecto definitivo de toda la humanidad y la creación sino que su objetivo es el bien personal de sí mismo.

martes, 1 de noviembre de 2011

ESPÍRITU DE ASÍS

DISCURSO DE BENEDICTO XVI EN ASÍS:


Queridos hermanos y hermanas, Distinguidos Jefes y representantes de las Iglesias y Comunidades eclesiales y de las Religiones del mundo, queridos amigos
Han pasado veinticinco años desde que el beato Papa Juan Pablo II invitó por vez primera a los representantes de las religiones del mundo a Asís para una oración por la paz. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? ¿A qué punto está hoy la causa de la paz? En aquel entonces, la gran amenaza para la paz en el mundo provenía de la división del planeta en dos bloques contrastantes entre sí. El símbolo llamativo de esta división era el muro de Berlín que, pasando por el medio de la ciudad, trazaba la frontera entre dos mundos.
En 1989, tres años después de Asís, el muro cayó sin derramamiento de sangre. De repente, los enormes arsenales que había tras el muro dejaron de tener sentido alguno. Perdieron su capacidad de aterrorizar. El deseo de los pueblos de ser libres era más fuerte que los armamentos de la violencia. La cuestión sobre las causas de este derrumbe es compleja y no puede encontrar una respuesta con fórmulas simples. Pero, junto a los factores económicos y políticos, la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual.
Al final, la voluntad de ser libres fue más fuerte que el miedo ante la violencia, que ya no contaba con ningún respaldo espiritual. Apreciamos esta victoria de la libertad, que fue sobre todo también una victoria de la paz. Y es preciso añadir en este contexto que, aunque no se tratara sólo, y quizás ni siquiera en primer lugar, de la libertad de creer, también se trataba de ella. Por eso podemos relacionar también todo esto en cierto modo con la oración por la paz. Pero, ¿qué ha sucedido después? Desgraciadamente, no podemos decir que desde entonces la situación se haya caracterizado por la libertad y la paz. Aunque no haya a la vista amenazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo. La libertad es un gran bien. Pero el mundo de la libertad se ha mostrado en buena parte carente de orientación, y muchos tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para la violencia. La discordia asume formas nuevas y espantosas, y la lucha por la paz nos debe estimular a todos nosotros de modo nuevo.
Tratemos de identificar más de cerca los nuevos rostros de la violencia y la discordia. A grandes líneas – según mi parecer – se pueden identificar dos tipologías diferentes de nuevas formas de violencia, diametralmente opuestas por su motivación, y que manifiestan luego muchas variantes en sus particularidades.
Tenemos ante todo el terrorismo, en el cual, en lugar de una gran guerra, se emplean ataques muy precisos, que deben golpear destructivamente en puntos importantes al adversario, sin ningún respeto por las vidas humanas inocentes que de este modo resultan cruelmente heridas o muertas. A los ojos de los responsables, la gran causa de perjudicar al enemigo justifica toda forma de crueldad. Se deja de lado todo lo que en el derecho internacional ha sido comúnmente reconocido y sancionado como límite a la violencia. Sabemos que el terrorismo es a menudo motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del "bien" pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia.
A partir de la Ilustración, la crítica de la religión ha sostenido reiteradamente que la religión era causa de violencia, y con eso ha fomentado la hostilidad contra las religiones. En este punto, que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente. De una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia también allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros. Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción.
Contra eso, se objeta: Pero, ¿cómo sabéis cuál es la verdadera naturaleza de la religión? Vuestra pretensión, ¿no se deriva quizás de que la fuerza de la religión se ha apagado entre vosotros? Y otros dirán: ¿Acaso existe realmente una naturaleza común de la religión, que se manifiesta en todas las religiones y que, por tanto, es válida para todas?
Debemos afrontar estas preguntas si queremos contrastar de manera realista y creíble el recurso a la violencia por motivos religiosos. Aquí se coloca una tarea fundamental del diálogo interreligioso, una tarea que se ha de subrayar de nuevo en este encuentro.
A este punto, quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza. El Dios en que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia. La Cruz de Cristo es para nosotros el signo del Dios que, en el puesto de la violencia, pone el sufrir con el otro y el amar con el otro. Su nombre es "Dios del amor y de la paz" (2 Co 13,11). Es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que – no obstante la debilidad del hombre – sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo. Si bien una tipología fundamental de la violencia se funda hoy religiosamente, poniendo con ello a las religiones frente a la cuestión sobre su naturaleza, y obligándonos todos a una purificación, una segunda tipología de violencia de aspecto multiforme tiene una motivación exactamente opuesta: es la consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad.
Los enemigos de la religión – como hemos dicho – ven en ella una fuente primaria de violencia en la historia de la humanidad, y pretenden por tanto la desaparición de la religión. Pero el "no" a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios.
Pero no quisiera detenerme aquí sobre el ateísmo impuesto por el Estado; quisiera hablar más bien de la "decadencia" del hombre, como consecuencia de la cual se produce de manera silenciosa, y por tanto más peligrosa, un cambio del clima espiritual. La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal. El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo. La violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo. La ausencia de Dios lleva al decaimiento del hombre y del humanismo. Pero, ¿dónde está Dios? ¿Lo conocemos y lo podemos mostrar de nuevo a la humanidad para fundar una verdadera paz? Resumamos ante todo brevemente las reflexiones que hemos hecho hasta ahora. He dicho que hay una concepción y un uso de la religión por la que esta se convierte en fuente de violencia, mientras que la orientación del hombre hacia Dios, vivido rectamente, es una fuerza de paz. En este contexto me he referido a la necesidad del diálogo, y he hablado de la purificación, siempre necesaria, de la religión vivida. Por otro lado, he afirmado que la negación de Dios corrompe al hombre, le priva de medidas y le lleva a la violencia.




martes, 25 de octubre de 2011

El valor de lo insignificante

Muchas veces la belleza se encuentra en lo más pequeño e insignificante. Vamos por la vida viendo sin ver y nos perdemos la belleza de Dios. Contemplar lo pequeño, lo desapercibido, lo que nos habla en silencio de la grandeza de Dios. Dejémonos embargar por la belleza de esta pequeñas flores, frutos y algunos bichos.

domingo, 16 de octubre de 2011

Fuegos del Apóstol 2011

Aquí os dejo esta maravilla de video. Espero que lo disfruten como yo ganando el jubileo de la pestaña durante 15 minutos. Pasen y Vean...

Fuegos del Apóstol. 2011. Mapping Obradoiro. Oficial from vjspain.com on Vimeo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Mala Pata

He aquí una orgullosa pata paseando con sus polluelos. Altiva muestra al mundo su prole. Seis hermosos patitos, que confiados siguen a su tierna mamá pata.


Sigue, sigue la patita con sus polluelos sin advertir peligro alguno…Paso firme al frente y los seis patitos, ahí detrás de su mamá pata.
Más cuando sin advertirlo, cruzada la calle y alcanzada la acera, inesperadamente deja de oir el cantarino graznido de los patitos.....


Donde menos sospechó su linda prole perdió. Adiós su encanto, adiós su orgullo. ¿Cómo pudo ser, que el peligro no pude ver?
Lo mismo sucede a muchos padres que confían en sus hijos aun siendo pequeños no advierten sus peligros y cuando se pierden lamentan creyendo que todo les pasó por crecer y las malas juntas, yo digo como ya dijera aquel poeta popular “vigila mujé, vigila” desde la más tierna niñez. Que el árbol desde pequeño se endereza.

jueves, 6 de octubre de 2011

Ruido






Aquí les dejo esta poesía - canción de Sabina. En nuestra vida hay tantos RUIDOS que nos cuesta oir nuestra voz, menos aún la voz de Dios. Por eso necesitamos urgentemente invocar, vivir, sentir el SILENCIO.

Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
Él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo
Como dos desconocidos.

Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
Ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos
En la cuenta del olvido,
Y hubo tanto ruido
Que al final llegó el final.

Mucho, mucho ruido,
Ruido de ventanas,
Nidos de manzanas
Que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido,
Tanto ruido y al final
Por fin el fin.
Tanto ruido y al final...

Hubo un accidente, se perdieron las postales,
Quiso carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales
Son el mismo repetido
Y con tanto ruido
No escucharon el final.

Descubrieron que los besos no sabían a nada,
Hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
Se apagaron los latidos,
Y con tanto ruido
No se oyó el ruido del mar.


Mucho, mucho ruido,
Ruido de tijeras,
Ruido de escaleras
Que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
La soledad.

Ruido de tenazas,
Ruido de estaciones,
Ruido de amenazas,
Ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.

Ruido de abogados,
Ruido compartido,
Ruido envenenado,
Demasiado ruido.

Ruido platos rotos,
Ruido años perdidos,
Ruido viejas fotos,
Ruido empedernido.

Ruido de cristales,
Ruido de gemidos,
Ruidos animales,
Contagioso ruido.

Ruido mentiroso,
Ruido entrometido,
Ruido escandaloso,
Silencioso ruido.

Ruido acomplejado,
Ruido introvertido,
Ruido del pasado,
Descastado ruido.

Ruido de conjuros,
Ruido malnacido,
Ruido tan oscuro
Puro y duro ruido.

Ruido qué me has hecho,
Ruido yo no he sido,
Ruido insatisfecho,
Ruido a qué has venido.

Ruido como sables,
Ruido enloquecido,
Ruido intolerable,
Ruido incomprendido.

Ruido de frenazos,
Ruido sin sentido,
Ruido de arañazos,
Ruido, ruido, ruido.

viernes, 20 de mayo de 2011

BABEL Y PENTECOSTÉS





Os dejo esta brevísima reflexión de Pablo Domínguez Prieto, de su testimonio espiritual "Hasta la cumbre"
"Dos escenas bíblicas distintas, la primera es negativo fotográfico de la segunda. La primera es la imagen de la Torre de Babel. Se trata de un gran número de hombres que estaban unidos para hacer algo común. Una gran torre. Parece que esto comienza bien: un montón de hombres unidos con una misma meta, la de construir un gran edificio que alcanzara los cielos. Pero no se entendían. Cada uno hablaba una lengua distinta. Resultado: el caos.
La segunda escena: Pentecostés, un montón de hombres reunidos también. Hablaban también lenguas muy distintas, pero todos se entendían. Y también estaban juntos para construir una gran obra: la extensión del Reino de Dios.
¿Cuál es la diferencia? la diferencia entre Babel y Pentecostés es que en Babel reinaba el egoísmo y en Pentecostés reinaba el Espíritu Santo, la caridad. La efusión del Espíritu Santo llenó a aquellos hombres de caridad. Y la caridad, que es el amor de Dios, une y da fecundidad. Pero cuando los que se unen lo hacen contra alguien, eso termina por destruir".

sábado, 9 de abril de 2011

Lázaro




Llevaba Lázaro cuatro días muerto. Olía mal dentro del sepulcro. Una cavidad cubierta con una losa. Todo a su alrededor era oscuridad. Sus manos y pies atados con vendas y la cara cubierta con un sudario. Es la situación actual del hombre. Del hombre de todos los tiempos, cuando se apaga la luz de Dios. El hombre que muere porque no tiene esperanza. Todo se le vuelve oscuro, huele la pestilencia de la violencia y de la muerte. Atado de pies y manos con las vendas del egoísmo, de la economía, de los intereses propios, de las envidias y las rencillas, del odio que no le dejan caminar ni poder liberarse de ellas. Más aún, un sudario cubre su cara, no puede ver. No se da cuenta que está dentro de un sepulcro. Muchos lloran su muerte. Pero sobre todos, Marta y María, sus hermanas. Dos mujeres con una extraordinaria fuerza ante la vida. De María se nos dice que era la pecadora que lavó los pies del Señor con sus lágrimas, se los secó con su cabello y derramó el perfume sobre Cristo. También nos señala el evangelista que ella había escogido la mejor parte, sentada a los pies del Señor, mientras escuchaba su palabra. Pues bien estas mujeres ante la presencia de Jesús hacen la misma afirmación: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Con esta afirmación manifiestan ambas su fe en Jesús, Señor de la vida, de la luz, de la esperanza. Ellas lo saben, porque lo han experimentado. Reconocen que sólo el Señor puede liberar e iluminar al hombre. En la persona de Jesús llega el único que puede cambiar realmente algo en aquella situación de impotencia humana. En contraste con la afirmación de ambas, podemos recordar la respuesta de Caín a Dios, cuando éste le pregunta “¿Dónde está tu hermano?”. Caín responde: “¡Acaso soy yo el guardián de mi hermano!” Ante la cuestión del hombre he aquí dos respuestas. Una, la de estas mujeres, que reconocen la muerte de su hermano y se lamentan de no haber podido hacer nada para evitarlo. Pero eso sí saben que la presencia del Señor es una presencia de Vida y que puede dar verdadero consuelo con su fuerza divina. La otra, la de Caín, es la negación de la misma. El hombre que no se siente responsable, que se desentiende, la de aquellos que se lamentan y se justifican sin sentirse responsables del pecado ni de la muerte ajena. Es un mero espectador. Ante este dilema es responsabilidad nuestra, como cristianos que hemos puesto nuestra confianza en Jesús, hacer presente al Señor, para que el hombre de hoy tenga vida, sea iluminado y pueda caminar. Liberar a los que viven presos atados de manos y pies con las vendas de la muerte. De esta cultura de la muerte en la que el hombre está inmerso. Seamos la voz del Señor: “Quitad la losa…,gritó: ¡Lázaro, ven afuera! …, Desatadlo y dejadlo andar”.” “Quitad la losa”. La losa que pesa, que oprime al hombre, que no deja pasar la luz ni el aire, que aísla, que ahoga. La losa del desprecio, del miedo, de la violencia, de la injusticia, de la soledad, de la vejez, del paro, de los impuestos, de los radicalismos, de las dictaduras y de las guerras… y otras tantas que ponemos sobre los demás. Jesús grita al hombre concreto ¡Lázaro!. Sí a ti en concreto, en tu persona, tú eres importante para Dios. No se dirige en general, sino a ti que vives oprimido por el peso de tantas losas que te impiden vivir. A ti, que vives atado de pies y manos y que crees que no puedes liberarte, que ya nada puede cambiar y que sufres porque todo huele mal a tu alrededor, porque no puedes disfrutar del aire fresco, ni del sol, ni oír la voz de los otros. Ojalá hoy tú escuchases la voz del Señor que te dice “¡Ven afuera!”. Ven, camina a la luz y sigue la voz del Pastor. Yo soy el camino que lleva a la Vida y a la Verdad. Ven del verbo ir, caminar, dirigirse a…es acción, movimiento; y quien camina desea alcanzar una meta, llegar a algún lugar. ¿A dónde? “afuera”; salir de sí mismo, abandonar todo este reino de muerte para llegar a la Vida. La resurrección de Lázaro no sólo es la última, sino también la mayor acción poderosa de Jesús. No se limita a curar una enfermedad, sino que llama de la muerte a la vida pues en Él se hace presente el Dios para con nosotros como aquel que liberándonos de la muerte nos hace entrar en su vida inmortal. “He venido para que tengan vida, y vida en plenitud”.

sábado, 12 de marzo de 2011

La Tortuga

En el jardín de la plaza hay una tortuga. El animalillo se mueve entre los jacintos y los rosales y se paga su tranquilidad aguantando las chirigotas de mayores y pequeños.

Hasta hace poco yo fui uno más de a los que a ella daba pie para contar el chiste de la tortilla de patatas. Todo cambió desde el instante en que pude seguir la actitud del animal durante cierta encrucijada dolorosa de su vida. Ahora, ya, lo que hago es sentarme en el banco que hay junto a los arriates y seguir serenamente, con la mirada el lento deambular de la tortuguilla.



Sucedió que una tarde alguien vino a observar con ironía un cierto y más pausado caminar del animalillo: "es que, claro, le habrán puesto puesto una multa por exceso de velocidad”. De hecho, lo que me llamó la atención, fue su evidencia de fatiga. Los pasos los daba penosamente, casi a rastras, tirando del caparazón como el viejo maletero al que cargan con el “mundo” descomunal de un viajante.


Pasaron los días y la angustia de la tortuguita siguió en aumento. Recuerdo que una mañana al cruzar, no pude evitar un cierto presagio de muerte, y cuando el otro día, al ir a la oficina, vi tirado su caparazón, pensé que ya sí que se nos habían acabado las chirigotas. Lo que me extrañaba, no obstante, era ver sola la áspera envoltura del animal. ¿Qué ocurría con el resto y dónde estaba? Llamé al municipal y entre los dos ojeamos por el césped y los tamarindos, hasta que, inesperadamente la vimos, leve, ligera, casi exultante, sin la angustia de los tercos y duros semicírculos que la envolvieron.


A la noche, he de confesarlo, me desvelé con el enigma de aquel suceso, hasta que al fin pude golpear en la frente con la sorpresa de un “eureka”. Lo que había ocurrido, sencillamente no era, ni más ni menos, que el final de una situación de crecimiento. Lógicamente, los tejidos del cuerpo del animal habían seguido sus fases de desarrollo, lo que no podía ocurrir con la densa estructura del caparazón. Aquello que un día fue creado para defensa vital se convertía de pronto en el preludio de una sepultura.



Con los pulmones oprimidos, el animal se desenvolvía con una sensación de salchicha emparedada. De aquí que anduviese a cámara lenta, provocando una risa que a mí se me quedó helada cuando pude acusar la gloria del instinto. Debió sufrir terriblemente, pero en su dolor y en su esfuerzo latía la promesa de las tardes al sol, acariciada por el viento y el perfume de las acacias. Como la vida exigía una fianza de dolor, los músculos del animal se dieron una cita extrema. El esfuerzo debió de ser terrible. Contraídos los músculos, soportando sobre la piel la crueldad de las aristas, todo el organismo enfiló el orificio del cuello hasta coronar la victoria de la libertad.



Yo sé que ahora la tortuguita habrá de entrar en esa nueva fase de construirse otro caparazón a medida de su madurez, pero el trabajo ha de tener ese claro signo de holgura y cielo ancho que supo comprar con el oro de su dolor. Tortuguita, tortuguita: a los hombres nos viene bien pasar y repasar sobre las cosas a la luz del mediodía de tu superación.


Un día, el correo nos trae la credencial de un puesto de trabajo que mete en el horizonte la llave del destino seguro. La primera mañana que fichamos se nos queda en el “ticket” una estampilla de felicidad. Pero somos así, y la rutina, la ambición, el egoísmo o la envidia empiezan a montarnos sobre la nariz los negros cristales del resentimiento y la inconformidad. La coletilla viciosa del jefe en la conversación, el “rímel” que no encubre la madurez de la “taqui”, la reventa de tabaco del botones o los timbrazos del panadero son las capas de ese algodón subjetivo que cada cual se hace para arroparse el corazón. (Beato Manuel Lozano Garrido “Lolo”)

martes, 15 de junio de 2010

A los que tenemos unos cuantos años

A los que ya tenemos unos cuantos años recorridos por este camino de la vida, se nos hace inevitable el mirar por el retrovisor e intentar ver la senda recorrida. Muchas cosas quedaron guardadas en el almacén, muchas olvidadas y otras muchas las recordamos con añoranza, tanto que nos hace dibujar una tierna sonrisa. Poco a poco nos hemos ido llenado de esa cosa que dicen experiencia de la vida. Yo no sé si me habré llenado ya lo suficiente, pero me temo que no. Aún siento como un agujero negro en el estómago, en la entrañas, en el pensamiento. Una incertidumbre ante el futuro que sabemos ya que nunca llega. Porque nuestro vivir es un presente continúo. Quizá por eso mismo no anhelamos grandes metas, sino que nos vamos conformando con ir realizando pequeños anhelos, y gozamos de cada uno de los instantes que vivimos, con sosiego, saboreándolo. Empezamos a relativizar de forma positiva, y a valorar realmente cada cosa en su justo valor.
También al mirar por el retrovisor vemos quienes vienen detrás. Y aún sabiendo que nunca nos alcanzaran, porque cuando lleguen ya no estaremos ahí, la verdad es que desconcierta y da miedo en cierto modo: Otras formas de interpretar la realidad, las relaciones, el lenguaje. Otros valores, otra sabiduría. Uno no deja de preguntarse si antes éramos más tontos, o es que ahora los niños y los jóvenes son más listos. La verdad es que siempre caemos en el tópico de pensar que cualquier tiempo pasado era mejor. Que antes había más respeto en las relaciones de familia y entre la sociedad, menos violencia, como que todo era más sano.
Yo recuerdo perfectamente los diversos cambios generaciones de mi vida. Cambios por ejemplo en las relaciones entre padres e hijos. Cuando era pequeño mi padre era el “cabeza de familia”, bastaba su voz para hacernos entender quien era el que llevaba las riendas de la casa. Todo dependía de él. El administraba y gobernaba. En mi generación la verdad es que la educación paterna era pésima. Se educaba de la peor manera que se puede hacer: desde el miedo. Eso sí los padres y los hijos se entendían perfectamente. Sin hablar, pero se entendían. Bastaba una mirada fulminante del padre y uno entendía. Le decían a uno a tal hora en casa y vaya si llegabas a esa hora. Cuando fue quedando atrás la niñez y uno pasó a ser un poquito más grande llegó una época que podríamos decir del crecimiento. Bien alimentados, educación para casi todos los niños, cierta libertad en muchas cosas. Tantas que llegamos a transgredir lo prohibido y todo fue un libertinaje. La personalidad, la persona, la libertad lo era todo. Aquí los padres seguían siendo padres pero más dialogantes e incluso permisivos. Hubo enfrentamientos generacionales por primera vez. Los padres empezaron a no entender a los hijos ni éstos a sus progenitores. Cada uno tenía que buscar su espacio. Acabada ésta, llegó la década de las marcas. Nuestro afán eran las marcas. Bueno, mejor, nuestras no, la de otros. Pues los niños no se conformaban con los que sus padres les daban, ellos tenía que elegir sus ropas, sus calzados inclusive su comida. Adidas, Mcdonalds, Dominos, Coca Cola, Nike, Lacoste, Dolce Gabanna, Vitorio y Lucino, Prada, Sony, Calvin Klein…. (estas son más modernas). Por fin pasó la época del cambio y llegó el cambio de época: La electrónica primero, y la era digital después.
La época de los videos juegos electrónicos, los comecocos y la matanza de alienígenas entre otros. Los padres por primera vez desde el origen del hombre ya no eran padres, eran colegas de sus hijos. Amigos de sus hijos. Yo diría que un poco gilipollas porque los de esta generación empezaron sin quererlo, pero sí permitiendo, que sus hijos tomaran las riendas de la casa y la vida familiar. Relegando a los padres a un nivel un poco inferior a ellos. En el instituto, ya me pilló en bachillerato, las clases no eran simplemente clases magistrales, se optó por la experimentación y la deducción. Tengo que reconocer que con la época digital en la que vivimos, ando un poco perdido. Me da la impresión que los padres son auténtico analfabetos. Cualquier niño medianamente pequeño te habla de chips, de megapixel, kilobites, ipod, ipad, blackberry y toa su casta, que yo de eso no entiendo un carajo. Envían mensajes sin mirar siquiera el pequeñísimo teclado del móvil o celular, mientras hablan contigo. Y además en abreviaturas, y yo lo único que quiero, y con trabajo, es un móvil como teléfono para llamar y contestar. Sin complicaciones porque mi disco duro no da pa más. En esta generación digital los padres son auténticos esclavos de los hijos. La diferencia generacional es insalvable. Los niños y adolescentes han metido el miedo en el cuerpo a sus padres. El temor de herirlos psicológicamente, los traumas; el miedo y la amenaza de que se marchen de casa y otras razones más, han hecho de los padres, esclavos de sus hijos.

Pues después de todo esto que llevo dicho, solo pienso que hay una sola cosa en la que los padres no deben ceder nunca, ya que les es propio: la experiencia de la vida. Que no es otra cosa que los desengaños, los sueños rotos, los fracasos así como los logros y las alegrías, el amor madurado y tierno, el sosiego del momento vivido. Por más que los hijos quieran aún no han tenido el tiempo suficiente de vivir y experimentar esto. Por eso y nada más, la vida misma es madre y maestra, forjadora de hombres y mujeres que han de legar a sus hijos el anhelo de la madurez tranquila y sosegada que nace de la propia experiencia de vivir.

domingo, 13 de junio de 2010

JESÚS vs Superhéroes


A Jesús no le podemos poner efectos especiales, lo tiene crudo ante los héroes de hoy, pues no vuela, no tiene mirada ultravioleta, no pelea ni de patadas, ni lanza telas de araña, ni se transforma en armas letales, ni ná de ná; a lo sumo algunos milagritos que ríase usted con lo que hacen los súper héroes del comic y del celuloide. Para colmo de males no tiene un logo comercial ni es una marca registrada ultramoderna que esté científicamente demostrada ni avalada por los mejores especialistas médicos ni del marketing. Hoy Jesús no vende, no convence, no “salva” a nadie. Es simplemente un nombre ni más ni menos, a lo sumo un personaje histórico, de quien incluso hay quien desconfía de su existencia. Pero, sí, un hombre extraordinario que se convirtió en Camino, Verdad y Vida, y no sólo para los que creyeron y creen en él, sino para todos los hombres de ayer, de ahora y de siempre, porque resulta que también es irremediablemente Dios. Y eso no tiene precio, por más que lo vendieran por treinta monedas.
Sin hacer ruido, ni explosiones tremendas de fuego, versus cine de hoy, sino con la no violencia, simplemente con el amor auténtico de una vida entregada a Dios y unida a los hombres. Jesús es la única respuesta a toda búsqueda y aquel que puede salvar al mundo. Porque sólo el amor puede salvar al mundo. Pero no un amor cualquiera, de telenovela, de opereta, ni de canción, ni de escenografía. Un amor salvífico desde la entrega total inseparablemente a Dios y a los hombres. Porque uno lleva al otro. Cuanto más enderezamos y encaminamos nuestra vida hacia Dios, tanto más nos acercamos a los hombres. Pero si buscamos más los caminos del mundo alejándonos del centro que es Dios, necesariamente también los hombres se distancian. Un amor así sí salva y puede salvar un mundo desecho y destrozado por la estulticia humana centrada en valores de cartón piedra y celuloide, amparada en los intereses políticos y personales de cada quien. Donde mi mundo o mi espacio, se limita a mi yo.
Suele acontecer que los personajes ficticios se unen para salvar al mundo del malvado villano que quiere apoderarse de él. Sin embargo Jesús trabaja solo. Buscó sí, la compañía de los discípulos a quienes instruía, pero éstos no entendieron ni jota. Solo Jesús teniendo a Dios como escudo y en quien puso toda su confianza emprendió ese arduo camino que le llevó a la Cruz. Y fue justamente esta cruz el árbol de la vida, pues en ella fue vencida la muerte y su poderío en el mundo. Desde entonces todo aquel que decida “salvar” al mundo ha de pasar irremediablemente por ella. Muchos son quienes se abrazaron a la cruz del amor salvífico siguiendo las huellas del Maestro. Gastando su vida por los demás, devorados por el fuego del amor a Dios que los llevaba más y más a entregarse a los hombres, olvidándose de sí mismos; a transformar al mundo en un espacio más justo y bello. Pequeñas gotas de agua en un mundo oceánico, pero necesarias para que sea un océano completo.
Debería ser fácil transmitir esta fe en el único que es capaz de salvar al mundo; pues los hombres llevan en sí ese deseo de fraternidad universal, donde impere la justicia, la igualdad, la paz. Sin embargo cada vez es más difícil hacer de la fe una propuesta de vida entre los jóvenes y los niños. Simplemente: Jesús no es digital. Jesús no es manipulable con una maquinita, Jesús no tiene un manual de instrucciones, ni se le sigue desde la computadora o el mando a distancia. Para seguir a Jesús es necesario ponerse en pie y caminar. Hay que relacionarse con el mundo real y no con el mundo cibernético, ni de los chats. Jesús es auténtico y original, no producto de marca comercial, ni fabricado en serie. Y por supuesto como tal irreemplazable.

jueves, 13 de mayo de 2010

LA CASA DEL PADRE

"El que me ama cumplirá mis palabras y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada… Mi Paz os dejo, mi paz os doy…No pierdan la paz ni se acobarden." (Jn. 14,23 – 29)
El hombre siente miedo a muchas cosas ciertamente, pero si tuviéremos que ir desechando una a una hasta quedarnos con la mayor, nos quedaríamos solo con dos: el sufrimiento y la muerte. Así es que el mayor temor del hombre son aquellas cosas a las que se tiene que enfrentar sólo. Por que podrá morir rodeado de sus seres queridos pero se muere sólo. Y podrá estar durante la enfermedad acompañado de sus familiares y demás, pero se sufre sólo. Es de ahí que se siente tanto temor a morir o sufrir. Incluso su angustia crece aún más porque se cree abandonado de Dios; cuando no pone en Él, el origen de sus males como castigo. Sin embargo no son esas las palabras del Señor. Quien me ama el Padre y yo haremos morada en él. También en esos momentos de angustia el Señor está con el hombre, acompañándolo en su soledad. Porque tanto es el amor de Dios que es imposible separarse de él. Ni nada ni nadie en el cielo ni en la tierra podrá apartarnos del amor de Dios. El Señor posee la última y definitiva palabra. Y esa palabra es salvación. Es amor y Misericordia. Es por ello que nos da su paz y nos dice que no nos acobardemos. Así pues, su Paz es seguridad y confianza plena para aquellos que aman al Señor y no deben temer ni al sufrir que la vida nos impone ni al morir.
Hay una frase estúpida que uno oye cada dos por tres: El Señor se lo llevó. Y me pregunto ¿No es esto cruel? ¿Qué necesidad tiene Dios de llevarse a nadie? Y más aún, es achacarle a Dios una maldad que en su mismidad misma no cabe, porque cuando muere un niño, un joven o un adulto recién casado con hijos pequeños dejándolos en el desamparo; si pensamos que Dios es quien los llama en ese momento y le da muerte sería un Dios cruel que para nada tiene que ver con el amor, por mucho que digamos que sus caminos no son nuestros caminos. No, me niego a pensar así. Dios no tiene necesidad de nadie, ni está sujeto a las acciones del hombre, ni tiene tampoco deseo alguno de venir a fastidiarte la vida haciéndote morir, ni a ponerte pruebas para ver cuánto eres capaz de soportar o sufrir. El Señor no te pone pruebas enviándote enfermedades y contradicciones en la vida para averiguar cuánto le eres fiel. Sufrimos algunas veces por que nosotros mismos en vez de intentar hacerles la vida más agradable a los demás día a día les hacemos la puñeta. Porque el egoísmo, el hedonismo y mi yo prevalecen antes que los demás. Otras veces es el mismo ritmo de la vida la que te provoca el sufrimiento y otras veces somos nosotros mismos quienes nos ponemos en riesgo tanto en la enfermedad como en la tentación.
Nos morimos porque la vida misma es así, gracias a Dios. Por que nos tenemos que morir. Y unos se mueren antes y otros después. Sin el acontecimiento traumático y dramático de la muerte la vida carecería totalmente de sentido. Puesto que es la muerte la que nos hace valorar lo definitivo de la vida. Desde esta perspectiva la muerte es más un don que un ladrón o un castigo. Sin la muerte el vivir sería un castigo.
Otra frase estúpida es aquella de se fue a la casa del Padre. Mire usté. Esta frase revela la creencia de un bienestar y una dicha fuera y más allá de las fronteras de este mundo y de la vida. Dios se nos presenta como alguien lejano quien sabe dónde pero muchos lo imaginan allá en las alturas. Otra vez más el Señor nos revela en sus palabras citadas anteriormente, quien me ama mi Padre y yo haremos morada en él. Que ya estamos en Dios. Somos templo de su espíritu. Imaginemos el universo, la vida misma como el seno de Dios. Cuando una mujer está embarazada el feto crece y vive, respira y se alimenta en su seno. Ese es su mundo. El feto no conoce otra realidad que su mundo y se siente feliz. Ni imagina que está encerrado en una mujer. Del mismo modo nosotros podremos estar en el seno de Dios. Y la muerte nos hace descubrir un mundo inimaginable y completamente distinto. Es más aún, como cuando nace el bebé, descubre el calor, el olor y el abrazo de aquella que lo llevó en su seno y lo sustentó cuidando de él. Así mismo nosotros al morir naceremos a una vida nueva y descubriremos el rostro materno y paterno de Dios que nos sustenta y nos cuida acá en este mundo y descubriremos que no hemos ido a ninguna parte sino que siempre hemos estado en la Casa del Padre.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Reír por Dios, reír



En la vida hay muchas cosas que nos parecen imprescindibles y que no podemos dejar en el camino. Cada cual haga su lista. Entre las más importantes las ganas de reír. Característica propia del hombre es la risa y a ella se ha dedicado miles de chistes, anécdotas, libros, películas, se han captado imágenes de video graciosos, teatro, canciones, viñetas, etc… El hombre necesita reír. Es por ello que urge hablar del buen humor, precisamente ahora cuando la humanidad sufre cada vez más la cultura de la muerte, de la que nos hablaba el finado de feliz memoria Juan Pablo II.
Siempre encontraremos fanfarrones, mamarrachos, socarrones, malnacidos que se desfogan a base de insultos, violencia y agresividad física o verbal. Tampoco nos faltaran situaciones vitales negativas, dolorosas y tristes. Sin embargo el buen humor nos hace recibirlas con calma y afrontarlas con serenidad; hace posible poder responder a ellas no a fuerza de mal, de más violencia, a ver quien grita más fuerte sino a fuerza de bien, como Jesús mismo nos decía, o el mismo Pablo de Tarso, o bien otros tantos santos o simplemente hombres y mujeres que supieron dar su vida por la no violencia.
En ningún momento podemos pensar que esto sea fácil por supuesto, pero esto no significa que sea imposible. El mayor escollo que encontramos está en los medios de comunicación social que se regodean en subrayar las noticias negativas, mostrando la imagen más impactante y cruda posible; lo que trae como consecuencia que los ciudadanos tengamos por un lado cierta indiferencia ante la misma noticia, y por otro lado están creando un ambiente gris, apático, pesimista que inconscientemente lo manifestamos en nuestro modo de hablar cotidiano. ¡Hay que ver cómo está la juventud! ¡Qué mal está el mundo! ¡Cuánto sinvergüenza! O bien como encontré escrito en la pared de no sé donde pienso luego existo, existo luego no sé cómo pienso. De pena. Sin comentarios. Esto nos lleva también a las grandes depresiones que sufre el mundo, y al pensamiento generalizado de no pocos ignorantes; ¡para qué traer niños a éste mundo!, ¿para que sufran? Como si el problema fuesen los niños y no los gobiernos, los intereses económicos y los egoísmos personales. Esta cultura de muerte nos ha entristecido el rostro.
Cada vez más encontramos rostros fríos, nostálgicos y desalentados, sobre todo en las grandes urbes. La peor de todas las consecuencias es la poca importancia que tiene la vida. La vida no vale nada. Se mata incluso para saber qué se siente, o para seguir el juego de roll, o ser aceptado en la banda o sencillamente como rito iniciático.
Ante todo este drama del que no podemos prescindir, ya que es nuestra realidad, hay que insistir una vez más en la necesidad de la risa y del buen humor. Porque el hombre fue creado para descubrir y admirar lo bueno, lo verdadero y lo bello. En definitiva para admirarse ante Dios mismo que es toda bondad, toda verdad y del que emana toda belleza. Debemos esforzarnos cada día más buscar y descubrir el lado bueno de las cosas y lo positivo, más aún sacar algo que alegre un momento triste o de mal humor. Quién no ha tenido la experiencia de sentirse preocupado, triste o simplemente tener un mal día y alguien nos ha borrado esa nube gris contándonos un chiste, gastándonos una broma o regalándonos una sonrisa. Vivir cada momento de la vida buena o mala, con alegría, es hoy por hoy una labor urgente. Y no es que haya que desterrar los momentos serios, difíciles y duros, pero sí intentar alegrar la vida cuando sea necesario y tratar de ser optimistas. Tampoco es caer en la superficialidad y la chabacanería; pero hacen falta momentos, personas y oportunidades alegres que inyecten una dosis de alegría y buen humor en medio de tanto pesimismo.
No podemos perder nuestro optimismo. El entusiasmo por la vida, el gozo de una sonora carcajada, la sonrisa humilde ante un fracaso, la ilusión por ser felices; son nobles ideales que quizá no en grandes cápsulas podamos tomar, pero si en pequeñas dosis. Las dificultades no pueden ser un obstáculo, sino un aliciente para luchar con más fuerza por sonreír a la vida como nos dejó dicho Teresa de Calcuta: La vida es la vida, ¡Vívela!, pero con una sonrisa.
Hoy contamos con un invento nuevo. Gracias Doctor Patchs Adams por regalar al mundo la “risoterapia” que tanto bien ha hecho en medio de tanto dolor. Gracias a los payasos de la tele, a la payasitas Ni Fu Ni Fa, a la gente de la farándula, comediantes y artistas, personas anónimas que a través de los siglos dibujaron una sonrisa al mundo.
Acabo con una oración que siempre me gustó muchísimo atribuída a Santo Thomas Moro:
Señor, dame una buena digestión
y, naturalmente, algo que digerir.
Dame la salud de cuerpo
y el buen humor necesario para mantenerla.
Dame un alma sana, Señor,
que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro,
de modo que, ante el pecado no se escandalice, sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
los ronroneos, los suspiros ni los lamentos.
Y no permitas que tome demasiado en serio
esa cosa entrometida que se llama el “yo”.
Dame, Señor, el sentido del humorismo.
Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida
y pueda compartirla con los demás.

martes, 3 de noviembre de 2009

Día de los difuntos


En Chiquimula, Guatemala, Centro América, dos de noviembre, día en que se conmemoran a todos los fieles difuntos, se vive una gran paradoja: los cementerios donde los muertos dormitan, en la paz fría y oscura del sepulcro, cobran vida.
Desde días anteriores uno percibe que algo pasa, y porque uno es creyente y sabe de estas cosas, sino la admiración sería mayúscula. El ambiente se carga con olor a corona de ciprés a la que posteriormente se le agregarán unas cuantas flores plásticas, de vivos colores, o simplemente rojas. El entorno del Santuario es mucho más colorido: coronas, cruces y formas diversas hechas de las mismas flores plásticas tan horrorosas como llamativas de color. Se percibe el movimiento de más gente transitando por las calles y el olor a fritanga de chicharrones, pollo, churrasco y demás es así como más denso. Para más “inri”, estos días el mismo clima acompaña, ya que nos hace unos días así como nublados grisáceos e invernales.
El día de marras, el dos de noviembre como dije, el cementerio cobra vida. En las tapias se encuentran los tenderetes con flores, camisetas, gorras, y demás. Además de los improvisados “restaurantes” de comida recién asada, lista para servir. Puestos de cocos y semillas secas. Amén de tonterías varias y variopintas que uno pueda imaginar. Desde la madrugada, ya hay familiares preparando el desayuno junto a la tumba de su ser más querido que recientemente, o hace años ya, nos dejó. Propio de aquí: los muertos no se marchan nunca, siempre están presentes, así pasen 100 años. Porque los propios padres legan a los hijos las obligación de coronar a sus seres de antaño. Y éstos cumplen, vaya si cumplen. Conforme pasa el día, la bulla crece; deambular de vivos entre una abigarrada multitud de tumbas. Unas sobre otras, solapándose entre sí, imposible caminar sin pisar algún yacente en tierra. Tumbas altas, bajas, medianas, y con las formas más diversas, de color piedra, granito, y también de fuertes colores. Un revuelo colorido de flores y papeles indescriptible, para el visitante. Familias reunidas que comen, juegan cartas y cantan alrededor de sus seres queridos, haciéndoles partícipes de este día que hoy especialmente les une. A las cuatro el oficio religioso, la santa misa, en un altar improvisado con fondo del Sagrado Corazón. Todos se unen en un silencio más o menos reverente y acorde con la ocasión.
Algunos permanecen todo el día, desde la madrugada hasta la noche, otros solo visitan a algunos seres y saludan a conocidos, otros coronan y se van, otros cumplen con ciertas costumbres como tomar agua de coco al salir, o almorzar “fiambre”, un revoltijo de encurtidos, casquería, vegetales variados, jamones (mortadelas, chóped y demás), carnes y otros comestibles. Cada uno diferente según lo aprendieron de sus antepasados.
En fin el día de los fieles difuntos, es un día de fiesta. No hay dolor, no hay pena, la muerte se reviste de luz y color. Alegría de una esperanza en la resurrección en la que los vivos participan con los muertos. Podremos decir que se hace visible la Iglesia Una, la que ya goza de la visión beatífica de Dios y la que aún peregrina hacia ese encuentro último y definitivo, la comunión de los santos. En el fondo es aquello de Rubén Darío, que venía a decir que los muertos no son los que gozan de la paz serena y oscura de la tumba, sino los vivos que tienen el alma fría. Uno no se sabe si se festeja a los que tomaron su equipaje para siempre o los que aún estamos metiendo cosas en él.

martes, 11 de agosto de 2009

Palabra y Tradición, conocimiento de Cristo


La fe en Jesucristo, conocido por la Palabra y la Tradición
La en fe en Jesucristo decimos, pero preguntémonos ¿en qué Jesucristo creemos?. ¿Cómo es el Señor en quien ponemos nuestra confianza?. ¿Hay diferentes jesucristos o sólo uno?. ¿Dónde podemos hallar a Jesucristo? Estas cuestiones nos pueden parecer tontas, pero si preguntásemos a nuestro alrededor, obtendríamos respuestas muy diversas. ¿Todas ellas responderían realmente a la pregunta que el mismo Señor nos dirige a cada uno de sus discípulos: ¿Y vosotros quién decís que soy yo? Es posible que muchas surjan realmente de una experiencia religiosa profunda, de una reflexión seria y del conocimiento teológico, pero otras muchas serán idealizaciones y proyecciones de nuestros deseos humanos. A estos interrogantes es difícil hallar una respuesta global. Nosotros nos fijaremos en San Pablo. Él mismo nos dice “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios Padre de todos, que está sobre todos, entre todos y en todos” (Ef.4,4 – 6) y sigue diciéndonos “Ante
todo, les he transmitido lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras” (1Cor.15,3 – 4). “Conozco a Cristo pobre y crucificado”.
A muchos les gusta el Cristo de los milagros y el que anduvo por la mar y se olvidan del Cristo que agarra el látigo y el que increpa a los mismos discípulos como hombres de poca fe, al Cristo que le dice a Pedro, aparta de mí Satanás, que piensas como los hombres y no como Dios. Simplemente muchos prefieren la resurrección y la ascensión a la pobreza de Belén y la ignominia de la Cruz. De un modo u otro siempre tendemos a subraya bien lo humano, bien lo divino de Jesús. Y sin embargo ambos son inseparables porque no hay más un que un Cristo, Jesús enviado por el Padre para Salvación nuestra.
Conocer a Cristo pobre y crucificado, no es el Cristo de los milagros, ni el de las buenas palabras, ni el Cristo glorioso, sino aquel que se negó a sí mismo, se rebajó y que vivió en y para cumplir la voluntad del Padre, que abrazó la cruz entregando así su vida para la salvación de todos los hombres. La cruz como signo del amor incondicional de Dios. Ese es el Cristo encarnado en la naturaleza humana. Esto nos ayuda también a nosotros, para que como dice el mismo Pablo: “revestidos de los sentimiento propios de Cristo” encarnémonos en nuestra propia realidad y en la realidad difícil y dura en la que viven muchos hermanos nuestros. Así viviremos como Cristo encarnados, pero también como él es necesario aceptar la Cruz de nuestra vida, esto es morir en el amor, pues no es una cruz cualquiera sino aquella que surge de la fidelidad al amor de Dios y los Hombres. No se trata de sufrir por sufrir, ni la resignación a una enfermedad o la aceptación de las contradicciones que la vida nos brinda. Sino que se trata de entrega, donación, ofrenda, de un salir de nosotros mismos, del hombre viejo, para darnos a los demás.
El libro del Eclesiástico,2 nos dice:”Hijo mío si decides servir al Señor, prepárate para la prueba”. No es que Dios necesite probarte para comprobar cuánto puedes resistir. Él ya sabe de qué materia estás hecho y conoce tu corazón. Las pruebas son aquellas que surgen de la fidelidad al amor de Dios. Ya que la fe exige un estilo de vida que en muchas ocasiones entran en contradicción con los valores del mundo. Así pues nuestra cruz es una renuncia libre a nuestros deseos, a nuestro egoísmo, a nuestros intereses por esta fidelidad al amor de Dios, porque hemos encontrado el tesoro escondido en el corazón. Es un abrirnos al perdón, a la reconciliación, a la misericordia.
El único modo de acercarnos al Cristo real es adentrarnos en la Palabra y en la Tradición de la Iglesia. No hay otro modo de conocer a Cristo. Y hacerlo como Moisés ante la zarza ardiente, descalzos. Es en la Palabra y en la Tradición recibida donde nosotros fundamos nuestra fe. La Tradición es la transmisión del Evangelio de Jesús, esto es la encarnación, pasión, muerte y resurrección. Aquello que los apóstoles vieron y oyeron. La Palabra es misma Historia de la Salvación, Cristo mismo, a través del cual descubrimos los designios y las promesas cumplidas de Dios a los hombres por medio de Jesucristo.
Nosotros como los apóstoles, hemos recibido este mensaje. No sólo para alimentar nuestra fe, sino también para ser enviados a comunicarlo a todos los hombres. Pues somos sal y luz del mundo. Por ello somos testigos que han visto y oído, discípulos y misioneros.
Fundados en esta Palabra y Tradición, podemos decir como San Pablo a los Filipenses (1,21) “Para mí la Vida es Cristo, y una ganancia el morir”.

domingo, 22 de marzo de 2009

Semilla del "EL PROFETA"

Hace 19 años que guardo un pequeño tesoro sin saberlo en la estantería de mi celda. Un pequeño libro del filósofo, poeta y pintor libanés Gibran Jalil Gibran, titulado El Profeta. Libro que me regalase fray Fernando con ocasión de mi onomástica. Nunca lo leí por aquello que la haría en vacaciones u otro día. En este mes, visitando la Feria del Libro, lo ví, y decidí comprarlo y leerlo. He encontrado el tesoro escondido en él. Y como no soy egoísta, ni nada que se le parezca, decidí compartirlo con vosotros para que así como ha sido provechoso para mí, os sea también de provecho para vosotros.
Lo iré publicando en sucesivas entradas para que no os empachéis, y podáis paladear su gusto al leerlo.
El relato comienza en Orfalís, ciudad donde el cautivo Almustafá vivió durante doce años esperando el barco que le llevaría de regreso a su isla natal. Cuando llegó el momento tan esperado y mientras se dirigía al barco, gentes de toda condición y clase social del pueblo se acercaban para despedirlo, mostrándole el cariño y la simpatía que sentían hacia él, pues era tenido por profeta. Durante la amorosa y tierna despedida, le pedían palabras de sabiduría y consuelo que llenase el vacío que dejaba su persona. Así a las constantes preguntas el profeta iba dejando sabias semillas que producirían su fruto al germinar en el corazón de los hombres.
Por eso y por otras muchas razones, podemos considerar “El Profeta” como un libro benéfico y beneficioso para la humanidad. Pues no son verdades filosóficas de altos vuelos lo que en él encontraremos, sino pequeñas y simples verdades, (no por ello menos profundas) que cada cual puede hacer suyas. Sin más aquí os dejo estos pequeños retazos de su pensamiento y que os aproveche.

Del Amor:

- Y siempre ha ocurrido que el amor no conoce su profundidad hasta la hora de la separación.
- Porque así como el amor corona, también os crucificará. Así como os hace crecer y prosperar, también os podará.
- El amor no posee nada, ni deja que se le posea.
- Cuando améis, no debierais decir: "Dios está en mi corazón", sino: "Estoy en el corazón de Dios".
- Y no penséis que podéis dirigir el rumbo del amor, porque el amor si os considera dignos de él, dirigirá vuestro rumbo.

Del Matrimonio:
- Amaos, pero no hagáis del amor una cadena.
- Compartid el pan, pero no comáis de la misma hogaza.
- Cantad y danzad juntos, regocijaos, pero que cada cual esté a veces solo.
- Entregaos el corazón, pero no para poseerlo.

De los Niños:
- Vuestros hijos no son vuestros. Son los hijos y las hijas del anhelo.
- Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos.
- Podréis, si mucho, pareceros a ellos; más no tratéis de hacerlos semejantes a vosotros.
- Vosotros sois el arco que se doblega y tensa para que se impulse la flecha y se dirija al objetivo que marca el arquero. La flecha son los hijos, el arquero es Dios y vosotros, padres, el arco. No os pese doblaros por amor.

Del Dar:
- Dais verdaderamente cuando dais algo de vosotros mismos.
- Retener es perecer.
- Bien está dar cuando se nos pida, pero es mejor hacerlo sin que se nos pida, con comprensiva espontaneidad.
- Hay quien tiene poco y que lo dan todo. Estos son los que creen en la vida, y en la generosidad de la vida, y las arcas de éstos nunca están vacías. Los hay que dan con alegría, y esa alegría es su recompensa. Y los hay que dan con dolor, y tal dolor es su bautismo. Empero hay quienes dan, y no sienten dolor al dar, y no buscan la alegría al dar, ni dan en aras de la virtud. A través de ellos Dios se manifiesta, y en los ojos de quienes así dan, Él, sonríe a la Tierra.

De la Alegría y de la Tristeza:
- Vuestra alegría es vuestra tristeza enmascarada. Y a menudo, el mismo pozo del que surge vuestra risa está lleno de vuestras lágrimas.
- Cuanto más hondo cae la tristeza en vuestro ser, tanto mayor será la alegría que podáis contener.
- La alegría y la tristeza son inseparables. Llegan juntas. Y cuando una se sienta sola con vosotros a vuestra mesa, recordad que la otra duerme en vuestro lecho.

De la Ropa:
- Vuestra ropa oculta mucha de vuestra belleza, más no la fealdad.
- Exponer al sol y al viento más de vuestra piel, y menos de vuestro vestido, porque el aliento de la vida reside en la luz del sol, y la mano de la vida está en el viento.
- El pudor es el escudo contra los ojos del impuro. Y cuando ya no haya impuros, ¿qué habrá sido el pudor, si no un grillete, y una engañifa de la mente?.

De la Libertad:
- Sólo podréis ser libres, cuando hasta el deseo de libertad deje de ser un arnés para vosotros, y cuando dejéis de hablar de la libertad como una meta y un logro.
- En verdad seréis libres cuando vuestros días transcurran sin cuidados, y cuando en vuestras noches no haya deseos ni agravios. Pero más libres seréis cuando esto ciña vuestras vidas como un cinturón, y sin embargo, os eleváis por encima de ellas, desnudos y desasidos.
- Lo que llamáis “libertad” es la más fuerte de estas cadenas, aunque sus eslabones resplandezcan a la luz del sol y os deslumbren.
- ¿Qué podréis descartar, para poder ser libres, si no fragmentos de vuestro propio ego?.

martes, 17 de marzo de 2009

Procesión Pastora de Almas de Santa María de Olopa

El venerable Padre Capuchino, Fray Esteban de Adoain, había iniciado el año 1892 con una misión en la villa de Esquipulas, ante el santo y milagroso Cristo Crucificado que se venera en el espléndido santuario. Durante dicha misión en una de sus incursiones por las montañas cercanas, se encontró con numerosos indígenas del pueblo chortí, diseminados por la montaña virgen. Fray Esteban hizo construir en lo más alto un oratorio de ramaje, dedicado a la Divina Pastora, poco a poco en torno a la imagen se fue formando un poblado, hoy conocido como Santa María de Olopa. 147 años después, tuve el honor de haber sido invitado a presidir la eucaristía durante la novena a la Madre del Buen Pastor; cerca de mil personas podrían estar concentradas en el templo y alrededores. Número que aumentó el día de la procesión. Chortís y demás, vinieron de todas las aldeas para asistir, el pasado lunes día dieciséis, a la procesión de la sagrada imagen, constatando que sigue vivo, más que nunca el amor a la Virgen, por parte de este pueblo y aldeas colindantes. Constituyendo una de las procesiones marianas más concurridas de la diócesis de Zacapa – Chiquimula. Impresionado estaba de hallar ese innumerable número de devotos y fieles. Las calles de Olopa era un mar de gentes. El momento culminante fue cuando la imagen llegó al lugar que según la tradición, fray Esteban construyó el oratorio en torno al cual nació el pueblo. Allí se dijeron palabras confortadoras del amor maternal de María hacia sus ovejas, el pueblo de Dios. Se recitaron poemas y se cantaron cánticos a María. Luego “moros y cristianos” danzaron ante la imagen que iniciaba la procesión de regreso a su templo, entre cánticos, banda de música, algarabía de fieles devotos y bajo la tenue guía de la luz de la velas. También esa mañana hubo un gran acontecimiento. Monseñor Rosolino Bianchetti, obispo de Zacapa – Chiquimula, coronó las consagradas imágenes de Jesús Buen Pastor y María Pastora de Almas. Dichas imágenes fueron consagradas dos años antes, también un 16 de marzo, por el anterior obispo Monseñor José Anibal Casasola. Termino recitando el Himno: << Salve Virgen Pura, Salve Bella Aurora, Salve de las Almas Pastora > El cantautor, Chepe Aldana, estrenó este canto: “Yo quiero ser como tú María”, en honor de la Divina Pastora.
Yo quiero ser como tú María
Tan obediente al mandato del Señor.
Yo quiero ser como tú pastora de almas,
Nunca te cansas de amar a los demás.

Yo quiero ser como tú María,
Muy obediente a lo que mande el Señor.
Yo quiero ser como la Pastorcita,
Y no cansarme de amar a los demás.
Ruega a Dios Padre por mí,
María Hoy te lo pido ante tu altar.

Por aquí pasaste como peregrina,
Haciendo escala con el fraile Adoain.
Y desde entonces te enamoraste
De este bello y lindo lugar.
Llevamos ciento cuarenta y seis años
De celebrar tu feria patronal.

Por amarnos tanto Virgen santísima,
Hoy te brindamos este cantar.
Te agradecemos al escogernos
Para quedarte en este lugar
Tú nos inspiras obediencia
A tu hijo amado orando sin cesar.

jueves, 12 de marzo de 2009

POR UN MOMENTO...

Os transmito la reflexión que me envió una amiga en la senda para compartirla con ustedes, gracias Sibyl Vane…
<< Por un momento me he parado a pensar en lo diferente que es el mundo que Dios creó para nosotros y el mundo en el que vivimos: Un mundo materialista donde ya el ser humano no ocupa el primer plano, donde ya no importan los sentimientos ni valores morales, donde es frecuente toparnos con personas egoístas, maltratadoras, embusteras, envidiosas etc., que no se detienen ante nada ni nadie para lograr lo que ellos llaman "FELICIDAD". Un mundo donde los pobres no cuentan para nada. Un mundo donde todo está permitido, donde incluso el aborto, el segar una vida es normal. Un mundo en el que si eres una persona buena, justa, y misericordiosa que pretendes poner y llevar a cabo los mandamientos de Dios en lugar de buena eres tonta, y ese sólo en el mejor de los casos pues en el peor en lugar de conseguir que te imiten sólo consigues despertar su "ENVIDIA" uno de los peores males que existen dentro de nosotros, que sin darnos cuenta se apodera de nuestra mente creando malestar, odio, resentimiento incluso deseo de aniquilación contra todo aquel que posee lo que nosotros no poseemos.pero hoy me planteo si de verdad somos felices de ésta manera. Pues en verdad la FELICIDAD sólo la logramos si hay amor en nuestro corazón, si en éste no anidan sentimientos como el rencor, el miedo, la injusticia, etc., si todos estos sentimientos los renovamos por otros mucho más bellos como son la amistad, la comprensión, la empatía, la amabilidad, la sinceridad, etc., si de verdad estamos siempre dispuestos a dar una sonrisa, un abrazo, dispuestos a escuchar, dispuestos a perdonar y a perdonarnos a nosotros mismos, dispuestos a entregarnos con esmero al que sufre al que nos necesita. ¿Quién en un momento de su vida no se ha despedido de un ser querido? y le ha dado el beso más sincero y con más amor del mundo aún a sabiendas que que a la otra persona le haya resultado empalagoso ese gesto tan lleno de amor. Vivimos siempre pensando en el mañana, sin pararnos a pensar que tal vez ese día nunca llegue, y que por qué no vivir el día a día haciendo de él como si éste fuese el último que se nos concede. ¿Por qué no dejamos que Dios actúe siempre sobre nosotros y nuestros corazones, aunque a veces no comprendamos ni su camino ni a donde quiere dirigirnos. ¿Porqué no pensamos que el mayor tesoro que poseemos es nuestro amor?. Bueno Fray Fernan espero que te guste y que Dios ilumine siempre tu camino, tu corazón y te enseñe su humildad, pobreza y amor. Un saludo y abrazo >>

miércoles, 4 de marzo de 2009

El dios placebo


Quiero compartir con vosotros este precioso artículo que me envío Fray Fernando y que ayuda a nuestra meditación:


<<Sabemos que en medicina hay remedios falsos, esos que parecen sanar pero en realidad no tienen poder curativo alguno, son remedios con efecto placebo. ¿Cuál es el sentido de semejante autoengaño? Aunque a veces son los propios médicos quienes engañan a sus pacientes suministrándoles un placebo, para hacerles sentir que algo se hizo, aunque en realidad no se hizo nada. El médico sabe que la persona no tiene enfermedad alguna, y le suministra algo que la hace sentirse bien, medicamentada. Es algo así como psicología sin psicólogo, curación sin cura. Una farsa. Pero puede suceder que, si es que existe una enfermedad, el placebo logra que la persona desatienda la necesidad de una verdadera cura, mientras el mal avanza sin nada que lo detenga.

Vivimos tiempos de relativismo moral, relativismo ético y espiritual. Y creo que lo que nos están tratando de suministrar es nada más ni nada menos que un dios placebo, que aparentemente cura, pero en realidad lo único que logra es ocultar la enfermedad para que ésta aflore luego con fuerzas destructivas renovadas. El dios placebo nos hace sentir sanados en el alma, pero en realidad la enfermedad sigue allí, destruyendo, ya que el placebo logra atontarnos espiritualmente.

¿Cómo es este dios placebo que nos presenta la sociedad globalizada?

-un dios de consumo: un dios conveniente, práctico, que no nos pide nada, dios tan permisivo, que no pudo haber creado el infierno, ni el purgatorio, en resumidas cuentas, es un dios pura misericordia, pero sin justicia. La Misericordia de nuestro Dios es mayor que Su Justicia, porque Dios es Amor. Pero no hay Misericordia sin Justicia,

-El relativismo que vivimos en estos tiempos trata de convencernos de que Dios nos perdona absolutamente cualquier cosa, que debemos simplemente ser felices haciendo todo lo que nos plazca para disfrutar al máximo este tiempo de vida terrenal. Bajo este paraguas ético, a Dios sólo le interesa que disfrutemos intensamente los años de vida que nos quedan, sin demasiadas reglas morales ni religiosas que respetar.

-El dios placebo es simple y económico, no pide nada a cambio de su terapia de relajación. Da amor y consuelo a cambio de un poco de meditación, no pide mucha oración, ni trabajo para el Reino. Es un dios que se preocupa más por salvar a las ballenas que por luchar contra el aborto de millones de victimas inocentes.

-Un dios que tolera todos los males de este mundo porque son parte de la naturaleza de la criatura que él mismo creó. ¿Por qué se va a quejar o preocupar entonces?

-Es un dios distante, que hizo el mundo y se retiró a mirar televisión o leer revistas allá en su cielo, desentendido de lo que el hombre rompe y distorsiona en la tierra.

-Es un dios fabricado por este hombre moderno, a su conveniencia. Un dios que no critica las miserias que nos envuelven, que apoya y justifica la sociedad de consumo, la vida light.

-Un dios surgido del mismo laboratorio del que surgen modernos aparatos de consumo, o libros de autoayuda, o cursos de gimnasia de relajación.

-Lo peor de todo, es que no cura a quienes lo siguen, les hace perder tiempo y atonta sus almas.

El relativismo comprende al hombre, diciendo que:

Tiene una naturaleza que hay que reconocer, y aceptar. El pecado ya no es ofensa a Dios, sino una simple manifestación de su naturaleza, con la que Dios está conforme.

Sin conciencia, no hay ofensa a Dios, no hay pecado, no hay necesidad de la Gracia, no hay santidad. Mucho peor, no hay necesidad de buscar la santidad, porque al fin del día Dios nos va a perdonar a todos por igual.

¿Cómo se interpreta la vida y la Pasión de Jesús bajo ésta mirada relativista, donde todo se acomoda a la conveniencia de cada individuo? ¿Acaso Jesús relativizó Su Amor y obediencia al Padre? Si Dios hecho Hombre nos hubiera querido mostrar con Su ejemplo que el sentido de la vida es disfrutarla hasta el extremo de relativizar todo valor moral y ético, no hubiese muerto en la Cruz por todos nosotros, para tomar El mismo todos nuestros pecados y reconciliarnos con Su Padre.

Nuestra búsqueda de Dios no debe estar basada sólo en el placer espiritual o el consuelo que tan hermoso hallazgo suscita. El encuentro traerá días de gozo y de dolor, tendremos Viernes Santos, y Domingos de Resurrección, como Jesús tuvo. Tomemos la cruz que nos toque, y el gozo espiritual de sabernos amados por Dios, y que el Señor se haga cargo del resto.

El Dios Verdadero, Eterno y Amante, no es un dios placebo, El es el Verdadero remedio de nuestras enfermedades, que ataca los males de nuestra alma, a fondo. El quiere extirpar las alimañas que ahogan a nuestro espíritu, dándonos salud verdadera, Vida verdadera, eterna
>>.

Sectas y la "teologia de la prosperidad"


Últimamente profileran en Hispano América las sectas protestantes, que proclaman su particular "teología de la prosperidad", si es que se la puede llamar así, viene a ser la degeneración máxima de los textos bíblicos. Ante todo porque supone una vuelta a cierto modo de la teología de la retribución en el Antiguo Testamento: Los que tienen son benditos y los pobres o los que sufren enfermedad o desgracia son pecadores castigados por Dios.

El núcleo es una esperanza de futuro inmediato de prosperidad, pero es una esperanza vana porque sólo se basa en la prosperidad económica, llamada por ellos "bendición de Dios", y todo queda en este mundo, no tiene una perspectiva de salvación en el más allá. Con ello están retomando la teología de la retribución del Antiguo Testamento, en la que el pueblo hebreo consideraba la prosperidad económica como una bendición y la pobreza o la adversidad de la vida como una maldición divina (Levítico 26 y Deuteronomio 28). Dios como juez supremo, castigaba o premiaba las libres acciones del hombre. Este premio o castigo podía ser comunitario (repercutía en todo el pueblo) o individual (sobre la persona misma). El problema radicaba en que la retribución exige que haya proporción entre el acto y la sanción. La solución vino cuando se amplió el horizonte, más allá de esta vida, pues el hombre está llamado a la plenitud, a un horizonte mayor, a otra vida y así lo reflejan los libros del Eclesiastés, Job y algunos salmos (49 y 73), pero sobretodo en el Libro de la Sabiduría: <<Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser>>. Esto responde a la angustia del mal y el dolor de Job y Eclesiastés. Nos presenta a un Dios omnipotente y totalmente Otro, pero a la vez misericordioso y providente cuya bondad rebasa los límites de Israel y abarca a todos los hombres (Sab.11,26) y nos habla del ser humano como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando según sus caminos. Con ello nos adentramos en el tiempo de la "gracia" del Evangelio. El mismo Pablo nos repite que la gracia (salvación) vino por Cristo y en atención a los méritos de Cristo y no por los nuestros.

Ahora bien lo que las sectas protestantes proclaman más que una "teología" se trata de un "reduccionismo" o deformación sobre lo que la Biblia y la vida cristiana son. Se trata de tomar ciertos principios del capitalismo clásico de Adam Smith y su ideología de la riqueza como "bendición", o lo que el Papa de feliz memoria Juan Pablo II llamaba el "radicalismo capital", y revestirlos de lenguaje religioso, de ahí que exclusivamente se apoyen en textos del Antiguo Testamento, y a Jesucristo ni lo mencionan o hablan bien poco.

Su Dios no es en absoluto el Dios de Jesucristo, reduce su campo de acción a la bendición económica. Su lenguaje es de superación, establecimiento de metas, de crecimiento personal, de ahí le viene que tengan tanto atractivo entre la gente sencilla.

No existe la iglesia de todos, aunque se llamen así, porque solo son convocados aquellos que buscan y pueden acceder a la "prosperidad" en lo económico. ¿Dónde quedan los pobres? Los pobres son unos pecadores y malditos de Dios, que reciben el castigo por sus pecados. Queda pendiente de resolver en esta prosperidad el misterio del dolor y la desgracia humana de gente buena.

sábado, 21 de febrero de 2009








<<También yo soy un hombre mortal, igual que todos, hijo del primer hombre modelado en arcilla, en el vientre materno fue esculpida mi carne; tardé nueve meses en tomar consistencia en su sangre, gracias al semen de mi padre y del placer que acompaña al sueño. Al nacer, también yo respiré el aire común, y al caer en la tierra que todos pisan, estrené mi voz llorando, igual que todos; me criaron con mimo, entre pañales. Ningún rey empezó de otra manera; idéntica es la entrada de todos en la vida e igual es la salida. (Sab.7,1-6) Ustedes los que gobiernan la tierra; tengan rectos pensamientos sobre el Señor y búsquenlo con sencillez de corazón. Lo encuentran los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían (Sab.1,1-2) Se dijeron equivocadamente: La vida es corta y triste, y la muerte del hombre irremediable y no se sabe de nadie que haya regresado del Abismo. Por eso, a disfrutar de los bienes presentes, a gozar de las cosas con ansia juvenil; a llenarnos del mejor vino y de perfumes, que no se nos escape la flor primaveral. Atropellemos al justo que es pobre, no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del anciano; que sea nuestra fuerza la norma de la justicia, porque está visto que la debilidad no sirve para nada. Así discurren, y se engañan, porque les ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.(Sab.2,1-22) Aquel día el justo estará de pie sin temor delante de los que le hicieron sufrir y despreciaron sus trabajos. Al verlo, se estremecerán de sorpresa, dirán entre sí, arrepentidos, entre sollozos de angustia: Éste es aquel de quien un día nos reíamos con coplas injuriosas, nosotros, insensatos; su vida nos parecía una locura. ¿Cómo ahora lo cuentan entre los hijos de Dios y comparte la herencia de los santos? ¿De qué nos ha servido nuestro orgullo? ¿Qué hemos sacado presumiendo de ricos? Todo aquello pasó como una sombra, como nave que surca agitadas aguas, sin que quede rastro de su travesía ni estela de su quilla en las olas. Igual nosotros: nacimos y desaparecemos, no dejamos ni una señal de virtud, nos malgastamos en nuestra maldad. Los justos viven eternamente, reciben de Dios su recompensa, el Altísimo cuida de ellos. (Sab.5,1-15) Escuchen, reyes, y entiendan; aprendan, gobernantes de todo el mundo; pongan atención, ustedes los que dominan los pueblos y están orgullosos de esa multitud de súbditos; el poder les viene del Señor, y la autoridad, del Altísimo: el juzgará sus obras y examinará sus intenciones. A los más humildes se los compadece y perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor; porque el Dueño de todos no retrocede ante nadie, ni le intimida la grandeza: Él creó al pobre y al rico y se preocupa de todos por igual. (Sab.6, 1-11)