domingo, 13 de junio de 2010

JESÚS vs Superhéroes


A Jesús no le podemos poner efectos especiales, lo tiene crudo ante los héroes de hoy, pues no vuela, no tiene mirada ultravioleta, no pelea ni de patadas, ni lanza telas de araña, ni se transforma en armas letales, ni ná de ná; a lo sumo algunos milagritos que ríase usted con lo que hacen los súper héroes del comic y del celuloide. Para colmo de males no tiene un logo comercial ni es una marca registrada ultramoderna que esté científicamente demostrada ni avalada por los mejores especialistas médicos ni del marketing. Hoy Jesús no vende, no convence, no “salva” a nadie. Es simplemente un nombre ni más ni menos, a lo sumo un personaje histórico, de quien incluso hay quien desconfía de su existencia. Pero, sí, un hombre extraordinario que se convirtió en Camino, Verdad y Vida, y no sólo para los que creyeron y creen en él, sino para todos los hombres de ayer, de ahora y de siempre, porque resulta que también es irremediablemente Dios. Y eso no tiene precio, por más que lo vendieran por treinta monedas.
Sin hacer ruido, ni explosiones tremendas de fuego, versus cine de hoy, sino con la no violencia, simplemente con el amor auténtico de una vida entregada a Dios y unida a los hombres. Jesús es la única respuesta a toda búsqueda y aquel que puede salvar al mundo. Porque sólo el amor puede salvar al mundo. Pero no un amor cualquiera, de telenovela, de opereta, ni de canción, ni de escenografía. Un amor salvífico desde la entrega total inseparablemente a Dios y a los hombres. Porque uno lleva al otro. Cuanto más enderezamos y encaminamos nuestra vida hacia Dios, tanto más nos acercamos a los hombres. Pero si buscamos más los caminos del mundo alejándonos del centro que es Dios, necesariamente también los hombres se distancian. Un amor así sí salva y puede salvar un mundo desecho y destrozado por la estulticia humana centrada en valores de cartón piedra y celuloide, amparada en los intereses políticos y personales de cada quien. Donde mi mundo o mi espacio, se limita a mi yo.
Suele acontecer que los personajes ficticios se unen para salvar al mundo del malvado villano que quiere apoderarse de él. Sin embargo Jesús trabaja solo. Buscó sí, la compañía de los discípulos a quienes instruía, pero éstos no entendieron ni jota. Solo Jesús teniendo a Dios como escudo y en quien puso toda su confianza emprendió ese arduo camino que le llevó a la Cruz. Y fue justamente esta cruz el árbol de la vida, pues en ella fue vencida la muerte y su poderío en el mundo. Desde entonces todo aquel que decida “salvar” al mundo ha de pasar irremediablemente por ella. Muchos son quienes se abrazaron a la cruz del amor salvífico siguiendo las huellas del Maestro. Gastando su vida por los demás, devorados por el fuego del amor a Dios que los llevaba más y más a entregarse a los hombres, olvidándose de sí mismos; a transformar al mundo en un espacio más justo y bello. Pequeñas gotas de agua en un mundo oceánico, pero necesarias para que sea un océano completo.
Debería ser fácil transmitir esta fe en el único que es capaz de salvar al mundo; pues los hombres llevan en sí ese deseo de fraternidad universal, donde impere la justicia, la igualdad, la paz. Sin embargo cada vez es más difícil hacer de la fe una propuesta de vida entre los jóvenes y los niños. Simplemente: Jesús no es digital. Jesús no es manipulable con una maquinita, Jesús no tiene un manual de instrucciones, ni se le sigue desde la computadora o el mando a distancia. Para seguir a Jesús es necesario ponerse en pie y caminar. Hay que relacionarse con el mundo real y no con el mundo cibernético, ni de los chats. Jesús es auténtico y original, no producto de marca comercial, ni fabricado en serie. Y por supuesto como tal irreemplazable.

1 comentario:

  1. Gracias pater por la meditación. Yo aprendí a valorar a Jesús después de casi cuarenta años de desierto. Tardé mucho en descifrar la verdadera naturaleza del hijo de Dios y si mi vida tiene algún sentido es por haberle encontrado en el peor de los momentos. Efectivamente es irremplazable. Gloria a Dios

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